¿Hay una forma más inteligente de establecer objetivos?
Voy a ser completamente honesta: no he alcanzado (todavía) todos los objetivos, personales y profesionales, que me he propuesto este año. Y me parece bien. Al fin y al cabo, creo que una de las partes más valiosas de todo el proceso de fijación de objetivos es la parte en la que te sientas y decides cuáles podrían ser esos objetivos al principio del año. Es una forma de centrar la mente en lo que es importante para ti y te anima a priorizar.
Llevo el suficiente tiempo en el negocio como para saber que los objetivos pueden cambiar a lo largo del año, y creo que una de las cosas más importantes que hay que aprender es a ser adaptable y a flexibilizar tus objetivos para satisfacer las situaciones cambiantes en las que te encuentras.
Pero eso no quiere decir que no debas estar centrado y luchar hasta el final para conseguir lo que te propusiste en un principio. Esos objetivos pueden constituir la piedra angular de tu estrategia, por lo que cambiarlos a mitad de camino no es algo que deba tomarse a la ligera.
Así que, a lo largo de los años, ¿he encontrado formas más inteligentes de enfocar la fijación de objetivos, que yo -y otros- mantendremos? Creo que sí, y me gustaría compartirlas contigo.
Haz que tus objetivos sean relevantes
Parece obvio -nadie quiere trabajar por objetivos irrelevantes-, pero lo que quiero decir es que es absolutamente esencial que sus objetivos estén vinculados y sean relevantes para su visión estratégica general. En este sentido, tener unos objetivos firmes y claros marca el rumbo de tu equipo, o incluso de toda la empresa, dando a todo el mundo un enfoque hacia el que trabajar.
La parte crucial de esto es que es esencial que todo el mundo pueda ver esto – y entienda cómo el logro de sus metas lleva a todos un paso más cerca de sus objetivos estratégicos. Así, por ejemplo, si su visión estratégica es ser la empresa líder en Europa en su sector, puede que tenga que comunicar claramente cómo los objetivos individuales que ha fijado a su equipo de I+D -quizás para que tenga una nueva idea de producto cada mes- contribuyen a conseguirlo. Es el secreto para tener una plantilla comprometida y feliz: esa comprensión clara de la forma en que cada una de las tareas que realizan, cada día, tiene sentido.
Es un objetivo, pero ¿qué tipo de objetivo es?
Todos estamos ocupados. Y si formamos parte de una empresa multinacional, lo más probable es que nos llamen a todas horas del día y de la noche, con nuevos retos. Las nuevas tecnologías, aunque transformadoras, también han aumentado la cantidad de demandas de nuestra atención. Por ello, a veces puede ser difícil tener una visión a largo plazo.
Podemos ocuparnos del trabajo que tenemos por delante, alcanzando (o no) nuestros objetivos a corto plazo y simplemente superando el día a día. Pero este enfoque puede suponer un verdadero problema a la hora de establecer objetivos.
Podemos perder de vista la diferencia entre los objetivos a corto y a largo plazo, y no tratarlos de forma diferente. Porque hay que abordarlos de forma diferente: los objetivos a largo plazo suelen ser aspiracionales, en lugar de ser puramente operativos y a corto plazo. Son los sueños que motivan a todos los que trabajan para usted y que diferencian a su empresa del resto.
Sin embargo, los objetivos a corto plazo deben ser un poco más prácticos. Eso no quiere decir que no deban estar vinculados a su visión general y contribuir a alcanzarla, pero deben ser mucho más concretos, prácticos y realizables. Por lo tanto, hay que tener claro no sólo cuáles son estos tipos de objetivos, sino también lo que se va a necesitar para llegar a ellos. Si aún no existen, cree los sistemas y procesos que permitirán alcanzar esos objetivos. Y, lo más importante, siempre he encontrado que la parte más crucial para lograr este tipo de objetivos a corto plazo es asegurarse de que se supervisa el progreso, se mide cómo se está haciendo y se hacen ajustes si es necesario.
Así pues, cuando establezcas objetivos, para ti o para tu equipo, entiende cuáles son a corto plazo y fácilmente realizables, y cuáles son más ambiciosos, y luego gestiona las expectativas de todos en consecuencia. Está claro que los plazos son una gran ayuda, pero es fundamental que los comuniques a todos los implicados.
Por último, la experiencia también me ha demostrado que a veces hay mucho que decir sobre el hecho de desviar la atención de los objetivos en sí mismos (y la presión asociada que conlleva intentar alcanzarlos) y, en su lugar, situar el proceso en el centro.
Para mí, se trata de preocuparse menos por el futuro o de reflexionar demasiado sobre el pasado y, en cambio, centrarse plenamente en el aquí y el ahora. Es un enfoque que nos anima a pensar en la tarea que estamos haciendo ahora, y a tratar de entender lo que se necesita para hacerla lo mejor posible. Los objetivos, como dije al principio, pueden cambiar con el tiempo, por lo que a veces lo más importante es centrarse en el tipo de comportamientos que comparten la mayoría de las empresas de éxito, sean cuales sean los objetivos que se fijen.
Así pues, trabaje en lo que ahora controla -su propia mentalidad personal, la forma en que trabaja y se comunica con los demás en su negocio- y puede que descubra que, al final, alcanzar los objetivos que se ha marcado y los de los demás será algo natural.